Recordando a Cheo Feliciano: a 11 años de su partida

Por: Margarita Martinez

Hoy, 17 de abril, se cumplen 11 años desde que el mundo de la salsa perdió a uno de sus más grandes exponentes: José Luis “Cheo” Feliciano.

El legendario cantante puertorriqueño falleció en 2014 a los 78 años, en un accidente automovilístico en San Juan, Puerto Rico. Según informes, el artista perdió el control de su vehículo y chocó contra un poste de concreto en la carretera PR-176, en el sector Cupey. Se dice que no llevaba puesto el cinturón de seguridad en ese momento.

Nació en Ponce, Puerto Rico e inició su carrera musical como percusionista en Nueva York durante los años 50. Su talento lo llevó a formar parte del sexteto de Joe Cuba, donde destacó como cantante.

Posteriormente, se unió a la orquesta de Eddie Palmieri, donde se ganó un gran lugar en la historia de la música latina.

Una de las etapas más destacadas de su carrera, fue cuando se unió a Fania Records, donde también tuvo un gran éxito con muchos álbumes, los cuales lo llevaron por todo el mundo.

A pesar de enfrentar problemas de adicción, Cheo logró rehabilitarse y regresó a los escenarios, convirtiéndose en un símbolo de superación y pasión por la música.

Entre sus éxitos más grandes se encuentran “Anacaona”, “Amada mía” y “Mi triste problema”, temas que aún escuchamos en las pistas de baile.

Su contribución a la salsa y al bolero sigue presente, recordándonos que, aunque el tiempo pase, su voz nunca se apagará.

Cheo Feliciano y Rubén Blades: La Magia detrás de Nacha y Chana

En el mundo de la salsa, las anécdotas mágicas y misteriosas son parte de su esencia, y la historia detrás de la canción Nacha, interpretada por Cheo Feliciano y escrita por Rubén Blades, es un ejemplo perfecto de ello.

Todo comenzó una tarde en la que Rubén Blades estaba compartiendo algunas canciones con su guitarra en casa de Cheo Feliciano. Mientras Rubén tocaba y cantaba, Cheo, con su espíritu inquieto y juguetón, deambulaba por la casa aparentemente sin prestar demasiada atención. Pero entonces, Rubén interpretó un tema especial titulado originalmente Chana. Al escucharla, Cheo detuvo todo lo que estaba haciendo, se paralizó y comenzó a cuestionar a Rubén.

“¿Quién te contó esta historia?”, preguntó Cheo con intensidad. Rubén, desconcertado, le explicó que había escrito esa canción diez años antes y que la había encontrado guardada en una caja. Sin embargo, Cheo insistía y llamó a su esposa, Coco, preguntándole si había compartido con Rubén la historia de “Nacha”.

Coco negó haber dicho nada, pero para Cheo la conexión era clara. Cuando estaba luchando contra su adicción a la heroína, había visitado a una espiritista llamada Nacha, quien lo ayudó con una limpieza espiritual. Los detalles de la canción coincidían exactamente con lo que Nacha había hecho: una limpieza con palomas y un baño en un río.

La similitud no terminaba ahí. Rubén se sorprendió aún más cuando Cheo mencionó el nombre de la espiritista, Nacha. En ese momento, Rubén notó que el nombre original de su canción, Chana, era Nacha al revés. Este curioso detalle terminó de sellar la conexión mágica entre la canción y la experiencia de Cheo.

Cheo quedó tan impactado que pidió grabar la canción en su álbum de 1977, Mi Tierra y Yo, pero con el título cambiado a Nacha, en honor a la espiritista que había marcado su vida. Por su parte, Rubén Blades incluyó el tema en su producción de 1986, Doble Filo, manteniendo el título original de Chana.

Esta historia demuestra cómo las energías de la música y la vida se entrelazan de formas inexplicables. Con Nacha, Cheo Feliciano nos dejó un legado cargado de emociones, historia y un toque de misterio que aún resuena en los corazones de los amantes de la salsa.